domingo, 26 de abril de 2015

H.P. Lovecraft: Primeras impresiones

<<Este tío lo que es, es un vago>>. Esta es la conclusión a la que llegaría mucha gente al leer por primera vez a Lovecraft si éste fuese un escritor actual. De hecho, es posible que más de uno/a haya llegado a pensarlo. Y, desde el punto de vista del mundo que nos ha tocado vivir, tal vez tengan razón.

La obra elegida para mi primera toma de contacto con Lovecraft fue El alquimista y otros relatos, una recopilación de no más de ochenta páginas. Una lectura suave y fácil de digerir para saber a qué me enfrentaría a la hora de leer, por ejemplo, Los mitos de Cthulu. Encontré de todo en esta colección: relatos de terror clásico junto a otros de lo que el mismo Lovecraft bautizó como "terror cósmico"; relatos de los que no había mucho que rascar y relatos como Dagón o Hechos tocantes al difunto Arthur Jermyn y su familia, de los que se pueden extraer los estragos que puede causar en un hombre el síndrome de estrés post-traumático  o una extraña aversión a los portugueses, respectivamente.

Sin embargo, el tema que me gustaría tratar es la presencia en muchos escritos de Lovecraft de un plano de existencia superior, un mundo onírico inmaculado frente a una realidad envilecida y decadente. Es la existencia de esta dualidad la que me ha llevado a abrir la entrada con semejante chorrada de afirmación. Lovecraft era un tipo con tendencias depresivas y, por tanto, es lógico que sus historias reflejen ese rechazo y evasión de la realidad.

En su caso esto se tradujo en la invención mundos de ensueño ideales (casi platónicos). El número de personas depresivas es mayor que nunca, pero el ritmo de vida actual no permite la más mínima tentativa de evasión, por lo que estas personas que, por una u otra razón, tienen dificultades para lidiar con la realidad en la que vivimos, corren el riesgo de ser tachadas de débiles o pusilánimes hasta ninis o vagos. Quién sabe si Lovecraft hubiera llegado a escribir de haber nacido en los ochenta.

Por supuesto, gente floja, con la ley del mínimo esfuerzo por bandera existe y siempre existirá, por supuesto. Lo que supongo que quiero decir es que deberíamos ser más comprensivos con los demás y no juzgar tan a la ligera. Quizás va siendo hora de pensar más en cooperar que en competir; de ayudarnos entre todos a salir del pozo en lugar de escalar sobre la cabeza del prójimo.
P.D.: Espero poder traer más análisis u opiniones de barra de bar de este autor. El hombre que dio vida a Cthulu no puede ser malo.

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